La memoria es frágil.
Persiste vagamente
en un intento de cordura.
Cae el telón y la máscara,
la conciencia desaparece
y vuelve el necio.
Los pensamientos no conocen ataduras, tabúes o prohibiciones. Son libres como el viento de otoño sobre las ramas de los abedules, como las olas del mar lamiendo la arena quieta, como las estrellas en un cielo negro, como la mirada de un niño.
La memoria es frágil.
Persiste vagamente
en un intento de cordura.
Cae el telón y la máscara,
la conciencia desaparece
y vuelve el necio.