Tic, tac.
El reloj hace
tic, tac.
El reloj de la vida
hace tic, tac.
Sigue su curso
sin detenerse.
Aprovecha cada minuto,
cada segundo,
cada milésima
porque el que pierdes
no lo vuelves a recuperar jamás.
Los pensamientos no conocen ataduras, tabúes o prohibiciones. Son libres como el viento de otoño sobre las ramas de los abedules, como las olas del mar lamiendo la arena quieta, como las estrellas en un cielo negro, como la mirada de un niño.
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